jueves, 21 de octubre de 2010

Puerto

Todas las tardes después del lunch Don Eugenio se da tiempo para repasar el orden de sus lugares, que no son muchos, pero son. Vivir solo es algo que yo desconocía hasta que tuve la oportunidad de conocer a este personaje. Llegué donde este viejo a través de la casualidad, necesitaba conocer un personaje que haya vivido gran parte de su vida en este puerto, para así lograr formar una idea lo más cercana posible al estilo de vida que se veía hace treinta años. La historia y los datos que buscaba fueron relatados pausadamente, mientras removía el poco polvo que reposaba en sus descoloridos muebles, Don Eugenio intentaba disimular su particular atención por mantener siempre aquella ventana abierta, tan abierta como lo permitía su forma y el estado de sus bisagras, el viento de aquella tarde hacía golpear bruscamente los tablones contra el marco, lo que hacía más notoria su extraña manía.
Caminé por las cinco habitaciones, todas vacías, y cada una tenía algo que hacía recordar la habitación anterior, eso me llamó la atención, no sé por qué...preferí no preguntar.
Ya era hora de retirarme, pensé agredecer el tiempo dedicado, pero algo pasó...de pronto, sin darme cuenta, me encontraba solo en la mitad de sus habitaciones, caminé cerca de tres minutos por todos los lugares, y nada tenía vida, todo era silencio, la ventana volvió a estremecer, decidí retirarme sin seguir buscando, caminado por la bajada que daba al mar, miré hacia atrás, la ventana....



No hay comentarios: